Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras el mundo gira.
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viernes, 24 de diciembre de 2010
Es difícil,
tanto como tener que aceptar,
que los corazones no son en realidad
como los pintas en los márgenes de tus recambios cuadriculados.
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